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martes, 15 de octubre de 2013

3) Santificar las fiestas.

El tercero de los mandamientos se refiere al carácter santo del día de descanso semanal. Su origen se remonta al sabath judío, el día santo en que se conmemora el descanso de Yahvé, que después de seis atareados días, culminó la creación del universo. Imagínese ud. el desgaste de tamaña obra, que incluso la omnipotencia divina se vió afectada. Siguiendo la línea de razonamiento de los mandamientos anteriores, nos preguntamos cual podría ser la utilidad de este mandamiento como un bien para la humanidad. Recuerde, este acercamiento a las escrituras propone la mirada de un espectador ajeno al dogma, ya que al parecer la religión goza de un monopolio de la moral que muy pocos parecen cuestionar, incluso muchos no creyentes.

Ante esta proposición, lo lógico sería pretender las enseñanzas implícitas en los mandamientos trasciendan el terreno del ámbito puramente eclesiástico, y presenten un modelo universal de ética, que beneficie a todos por igual. En el análisis de los primeros dos mandamientos de Moisés Amar a dios sobre todas las cosas y No tomar su santo nombre en vano no parecen tener lugar los supuestos mencionados. A efectos de un beneficio universal, su incumplimiento no implicaría ninguna diferencia entre un pagano de buen comportamiento y un buen cristiano temeroso de dios. Veamos cual es la utilidad de este tercer mandamiento.

Niño confesando sus pecados 
Ehhh…esteeee….mmmmhhh… es realmente difícil. Si no encontrábamos utilidad en los anteriores, no me figuro cual es la moral implicada en santificar un día semanal de descanso. A menos que interpretemos que el descanso en sí mismo es la norma, no sé si moral, pero al menos útil. Un descanso semanal nos permitiría compartir más tiempo con la familia y nuestras amistades, dedicarnos al ocio y sobre reponernos de los trajines laborales. Lamentablemente, este no es el sentido que el dogma de la iglesia propone. El propósito del descanso tiene como objetivo la consagración a dios, el gran eje sobre el cual deberían articularse nuestros tiempos. Santificar las fiestas nos invita a concurrir a la misa del domingo, o sábado de acuerdo con su religión.(Llegando a extremos ridículos como la prohibiciones del talmud que incluyen la de oprimir botones o palancas, plantar, arar, cosechar, atar poleas, amasar, hornear, trasquilar lana, tejer, hacer dos lazos, unir dos hilos, separar dos hilos, amarrar, escribir dos o más letras, apagar fuego, prender fuego, tocar un instrumento musical, terminar la preparación de un utensilio nuevo, transportar un objeto de áreas públicas a áreas privadas y viceversa, o cargarlo 4 cúbitos o más en un área pública, entre otros)

La idea parecería ser la de utilizar el descanso como un medio para afianzar el lazo con dios.
El problema es que, como no creyente, no veo como podría ser esto más beneficioso que, por ejemplo, dedicar tiempo a disfrutar con mis seres queridos. O mirar televisión, o leer, o estudiar, o lo que sea, siempre y cuando no dañe a otras personas ni limite sus libertades individuales. A menos que temamos hacer enojar a Dios. Pero, dejar de hacer algo por temor al castigo divino no parece ser muy ético.

La prédica religiosa se adelanta a mis expectativas, y propone realizar estas actividades siempre dentro del ámbito de la iglesia, así: leer la biblia, rezar en familia, y socializar (en el espacio de socialización por excelencia, que siempre es la misa cristiana). En fin, actividades similares, pero marcados por estos supuestos valores de la iglesia. ¿Cual sería entonces la diferencia? si en definitiva, ud decid cuales cosas le causan placer y cuales no. ¿La diferencia radicaría solo en la reacción de Yahvé?


Actividad 1) para realizar en familia:

¿Tiene usted algún cronográma de las fiestas religiosas, o de sus obligaciones como cristiano? ¡le proponemos confeccionar un bonito diario como el de la imagen! Usted puede divertirse compitiendo con su familia a ver quien tiene más obligaciones agregadas a su tiempo libre.  A divertirse!
 
Ahora bien, la santificación del día del Señor actuaría como repelente de la ociosidad. La triste lógica cristiana nos ofrece otra perla “Si no ocupamos nuestra mente y tiempo en cosas buenas, como en dios (inexistente), el demonio (también inexistente) podría tentarnos de hacer cosas malas”. Como por ejemplo, caer en el pecado de la pereza (dormir de más una vez a la semana, en nuestro día de descanso) o peor, caer en la sensualidad. Sigo buscando la razón por la cual pueda verse afectada la moral si los domingos me levanto a las 10 de la mañana, y no creo que mi mujer tenga ningún problema moral con respecto al otro pecado. Quisiera saber como la sociedad podría verse afectada por dormir el día que conmemora la alianza entre este dios del antiguo testamento y el pueblo judío. Este mandamiento en definitiva no parece tener otra utilidad que la permitir al los dogmas administrar el tiempo libre de sus víctimas, principalmente concurrir a misa y festejar fiestas estrictamente religiosas. Para el resto de nosotros en cambio, el valor moral de santificar las fiestas no es más que otro becerro de lata.

jueves, 26 de septiembre de 2013

2) No tomar su santo nombre en vano

(*OMG!)  El segundo mandamiento revelado por Yahvé nos refiere al uso semántico del nombre de dios, particularmente la prohibición  de blasfemar. Aunque, sin ser excluyentes uno de otro, también se relaciona con el hecho de testificar y/o jurar en nombre de dios, ya que en caso de un falso juramento, dios sería testigo de una mentira. Teniendo en cuenta que el enfoque de este análisis es acercarse a la mitología cristiana como un observador externo, alguien que desconociera absolutamente el tema,  cabría destacar que a simple vista no parece haber mucha diferencia con el 5º mandamiento, el de “no mentir”. Consulte ud. distintas fuentes cristianas y notará que no existe un claro consenso, y que las explicaciones son bastante vagas al respecto. Por mi parte creo que una cosa es maldecir, otra es jurar, y otra es el falso juramento. No son excluyentes entre sí , ni pueden ser interpretados como la misma acción.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Los diez mandamientos razonados


Moisés, becerros y revelaciones.

Todos los conocemos. Son una tradición cristiana cuyo objetivo es el de trascender el ámbito de lo estrictamente religioso. Pretenden ser un  bien para la humanidad, la revelación de dios para que sepamos como transitar nuestras vidas para llegar sanos y salvos (aunque muertos) al paraíso. Son la piedra fundacional de todo un sistema de creencias  que ha conquistado el mundo. Un dogma que, aún diversificado a extremos casi ridículos, adopta este decálogo en su totalidad. Son la fuente de justicia y moralidad genuina, de inspiración, la palabra de dios, etc. Pero ¿Qué tan originales y transcendentes son en realidad?


El relato bíblico nos cuenta que fueron escritos por Yahvé  personalmente, en un período  de cuarenta días (lo omnipotente no quita lo prolijo, evidentemente) y entregados a Moisés en el monte Sinaí, en una ceremonia privada a la que solo él podía asistir.  Así lo cuentan al menos dos capítulos del Pentateuco (Deuteronomio y Éxodo), con algunas discrepancias. En realidad, no quedan perfectamente claro que sean solo diez, pues algunos parecen similares a otros. Es el problema de interpretar pasajes de distintas fuentes. De hecho, si  tomásemos en cuenta todas las disposiciones de los levíticos, que cumplen la misma función reveladora, los mandamientos aumentarían a cientos  (muchos de los levíticos están orientados mas bien a  la función de los sacerdotes, aunque también se alude a la población en general, sobre todo lo relacionado a su dieta y al correcto proceder de las ofrendas)

Moisés y el becerro de oro
Asumamos que al menos diez de estas disposiciones son claramente distinguibles del resto y son las que figuran en las primeras tablas, (o en las segundas; Moisés subió dos veces al monte: no queda muy claro si las primeras eran también diez, o si eran similares a las segundas).
Moisés regresa con las tablas, y para su sorpresa, se encuentra con que el resto de lo israelitas, incluyendo su hermano Aarón, habían comenzado un nuevo culto. Los israelitas estaban adorando la imagen de cierto animal (guiño), una deidad conocida de pueblos vecinos. La falta de fe en Yahvé hizo enfurecer a Moisés, por lo que partió ambas tablas sobre el ídolo en un ataque de ira. No queda muy claro el porqué los israelitas reemplazaron tan rápido a Yahvé, pues en tan solo cuarenta días ya tenían un nuevo dios, encarnado en un becerro. (Este episodio con becerros no es el único en toda la mitología cristiana.) . En fin, con un Moisés aún enojado, dios volvió a comunicarse para concertar otra entrevista. De allí saldría la nueva revelación de dios, que de nuevo, vía Moisés, ofrecería a los israelitas una serie de reglas a seguir para alcanzar la plenitud de la humanidad, o más bien del pueblo de Israel, ya que Yahvé era su dios particular, diferente del resto de los dioses de comunidades vecinas . 
La nueva reglamentación incluiría la oportuna regla de no adorar imágenes falsos dioses ni fundir ídolos en metal.   

La tradición cristiana y las diferentes interpretaciones de los pasajes clave en estos capítulos, Deuteronomio y Éxodo, depuraron la lista de derechos y prohibiciones hasta arribar a la lista definitiva de mandamientos divinos. Hoy en día, la interpretación del decálogo comparte un parecido notable entre el judaísmo y el cristianismo en general, aunque adaptado a las tradiciones particulares de cada credo.

Vamos a tomar como ejemplo la lista que se enseña en el catecismo, con la que tengo mayor familiaridad. Aunque creo que todos, creyentes o no, deben haberla oído al menos una vez, pues todos tenemos una tía o familiar siempre dispuesto a revelarnos la palabra de su dios, cualquiera que sea este. Aquí una divertida muestra de como quedó la lista depurada de los mandamientos:


* Nótese que las fichas pueden ser impresas y recortadas para que ud. juegue con sus niños mientras les transfiere todas sus creencias, no importa que tan irracionales sean : los niños creen todo. 

Hasta aquí, el relato bíblico. Uno podría pensar que antes de la revelación la humanidad no tendría este sistema de creencias, por lo que matar o no matar, mentir, o fornicar (cometer actos impuros) no habrían tenido ninguna consecuencia moral, y cada uno hubiese elegido hacerlo o no sin problemas. Es difícil pensar como una sociedad pudo haber sobrevivido hasta la época de Moisés sin una base moral de estas características. Ahora, ¿son estas reglas tan importantes para mantener estables a las sociedades? o en otras palabras ¿que tanto las sociedades dependen de la "revelación" para sobrevivir? ¿Son los mandamientos realmente "morales", o tan solo otra forma de adoctrinamiento muy enraizada en la cultura? 

En las siguientes entradas analizaremos cada una de estas dispocisiones desde una  perspectiva ajena a la religión. ¿Podrán los mandamientos resistir un análisis crítico?¿ o no serán mas que un becerro de lata?